sábado, 10 de agosto de 2013

El Kibalión. Las Leyes del Universo.


Egipto es el nombre que los griegos le dieron a esa antigua y maravillosa civilización; indicando con ello “lo secreto”, “lo escondido”; aunque conviene aclarar, que hasta la época ptolemaica, ellos no se llamaban así, sino algo como Khum, Khemu o Kem; vocablo que podríamos traducir como “El Rojo”, “El Quemado”, “El Ígneo”.

La referencia histórica nos dice que en la Quinta Dinastía (perteneciente al Imperio Antiguo, del 2686 al 2181 a.C.), reinaron los faraones Sahurré, Niuserré y Unas; siendo éste último el constructor de la pirámide (hoy exteriormente en ruinas), que guarda en su interior el antiguo Ritual conocido por Texto de las Pirámides, cuyos jeroglíficos no se han traducido, al parecer, totalmente. De él se dice que los griegos extrajeron el famoso libro de aforismos y sentencias sólo en parte conservado, llamado el Kibalión. Sus Principios son las Leyes Fundamentales sobre las que el Universo fue construido.

Principios
1. El Universo es mental, el Todo es mental
Los egipcios tenían una divinidad a la que llamaban Maat (equivalente a la deidad hindú Mahat, la Mente Cósmica), diosa de la Justicia y del Orden Cósmico. Dicha deidad tenía una importancia fundamental para la institución faraónica; al punto de que se decía que la obligación fundamental del rey era la de no salirse nunca de la Maat. Toda decisión, todo lo que se hacía, debería permanecer en armonía con ella.
En esa Mente Cósmica se encuentran los arquetipos de la creación; por lo tanto, todo evoluciona hacia el punto de encuentro con los mismos. Es bueno aquí recordar, que ya Platón nos señala en su obra, a los arquetipos de Lo Verdadero, Lo Bueno, Lo Bello y Lo Justo, como aquello que todos debemos desarrollar para poder unirnos con Lo Uno, con ese Primer Principio de lo que todo ha salido y a lo que todo tiene que volver. Como diría Séneca: los principios y los fines se juntan entre sí.

2. Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba
En diferentes escrituras religiosas se indica que el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios; o dicho de otra manera, somos un microcosmos que refleja sustancialmente al macrocosmos que nos rodea. Continuando con el panteón egipcio en el que estamos inmersos, diríamos que existe una Isis, deidad del Amor que gesta la vida, de la misma manera que existe una capacidad de amar en nuestro interior, que nos lleva a la perpetuación de la especie. Asimismo, existe un Osiris que rige la Voluntad, como también hay en el hombre un reflejo de ese poder o de esa fuerza, que le lleva a superar las dificultades o, por poner un ejemplo más, existe un Thot, Padre de la Sabiduría, como hay en todos nosotros, un anhelo de búsqueda de la misma,…

3. Nada es estático, todo está en vibración
El enigmático Heráclito lo explicó de parecida manera, cuando indicaba que todo fluye. Así, nadie se puede bañar dos veces en el mismo río, porque el agua ya no es la misma. En el universo todo vibra, todo se mueve, todo marcha. Lo estático, de alguna manera, es muerte. Pensemos en las aguas de un río, ¿cuáles son las más limpias y cristalinas? Es evidente que las que se mueven a más velocidad, mientras que las aguas estancadas, terminan por entrar en putrefación.

4. Todo es doble, todo tiene dos polos, todo tiene su opuesto
Así y no de otra manera es como concibe nuestra mente la realidad. La cultura china le llama a lo mismo: yin y yang. Los ejemplos son numerosos y acuden rápidamente a nuestra mente: frío y calor, noche y día, hombre y mujer,…

5. Todo es flujo y reflujo, todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo sube y desciende, todo se mueve como un péndulo; la cantidad de su movimiento a la derecha es la de su movimiento a la izquierda. El ritmo es la compensación
Una vieja enseñanza, recogida en La Voz del Silencio dice: “Antes de que el alma pueda oír, es menester que la imagen (hombre) se vuelva tan sorda a los rugidos como a los susurros; a los bramidos de los elefantes furiosos, como al zumbido argentino de la dorada luciérnaga”. Dicho de una forma más simple: debemos permanecer serenos tanto ante los halagos, como ante las críticas.
Si aplicamos la Ley de Polaridad a la enseñanza anterior, es fácil deducir que si buscamos y anhelamos los halagos ajenos, por la misma ley, no soportaremos las críticas. Es una ley matemática, con el mismo ángulo e intensidad que va hacia un lado, irá hacia el otro. La finalidad es lograr que el péndulo se pare en su eje vertical.

6. Toda causa tiene su efecto, todo efecto tiene su causa. Todo acontece de acuerdo con la ley. El azar no es sino el nombre dado a una ley que se desconoce
Toda la ciencia descansa sobre este principio, también llamado de Causalidad. Llevado a nuestra propia vida, nos indica que todo lo que hacemos, hasta el último de nuestros pensamientos, pone en marcha una “energía o vibración”, que tarde o temprano vendrá a nuestro encuentro. Como está escrito, somos los arquitectos de nuestro propio destino.

7. La generación existe en todas partes. Todo tiene un principio masculino y femenino
Lo que permite el movimiento, es la diferenciación. Pongamos algunos ejemplos evidentes: el río existe, porque hay montaña y valle; el niño, porque hay hombre y mujer; el funcionamiento de una pila, porque hay una diferencia de potencial entre el polo positivo y el negativo;… 

Ya he escrito en alguna ocasión (Nosce te ipsum), que el camino de perfeccionamiento del hombre pasa por el conocimiento de sí mismo; pero a esto hay que unirle también el del mundo que nos rodea. Y ese mundo está regido por leyes que nos limitan, pero que también nos marcan el camino a seguir. Es fundamental el conocerlas en alguna medida, para poder armonizarnos con las mismas y caminar con seguridad, por el no siempre fácil, camino de la vida. 


Manuel Ures. Ldo. en Filosofía.

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