Egipto es el nombre que los griegos le dieron a esa
antigua y maravillosa civilización; indicando con ello “lo secreto”, “lo
escondido”; aunque conviene aclarar, que hasta la época ptolemaica, ellos no se
llamaban así, sino algo como Khum, Khemu o Kem; vocablo que podríamos traducir
como “El Rojo”, “El Quemado”, “El Ígneo”.
La referencia histórica nos dice que en la Quinta Dinastía
(perteneciente al Imperio Antiguo, del 2686 al 2181 a.C.), reinaron los
faraones Sahurré, Niuserré y Unas; siendo éste último el constructor de la
pirámide (hoy exteriormente en ruinas), que guarda en su interior el antiguo
Ritual conocido por Texto de las Pirámides, cuyos jeroglíficos no se han
traducido, al parecer, totalmente. De él se dice que los griegos extrajeron el
famoso libro de aforismos y sentencias sólo en parte conservado, llamado el
Kibalión. Sus Principios son las Leyes Fundamentales sobre las que el Universo
fue construido.
Principios
1. El Universo es
mental, el Todo es mental
Los egipcios tenían una divinidad a la que llamaban Maat
(equivalente a la deidad hindú Mahat, la Mente Cósmica), diosa de la Justicia y
del Orden Cósmico. Dicha deidad tenía una importancia fundamental para la
institución faraónica; al punto de que se decía que la obligación fundamental
del rey era la de no salirse nunca de la Maat. Toda decisión, todo lo que se
hacía, debería permanecer en armonía con ella.
En esa Mente Cósmica se encuentran los arquetipos de la
creación; por lo tanto, todo evoluciona hacia el punto de encuentro con los
mismos. Es bueno aquí recordar, que ya Platón nos señala en su obra, a los
arquetipos de Lo Verdadero, Lo Bueno, Lo Bello y Lo Justo, como aquello que
todos debemos desarrollar para poder unirnos con Lo Uno, con ese Primer Principio
de lo que todo ha salido y a lo que todo tiene que volver. Como diría Séneca:
los principios y los fines se juntan entre sí.
2. Como es arriba,
es abajo; como es abajo, es arriba
En diferentes escrituras religiosas se indica que el
hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios; o dicho de otra manera, somos un
microcosmos que refleja sustancialmente al macrocosmos que nos rodea.
Continuando con el panteón egipcio en el que estamos inmersos, diríamos que
existe una Isis, deidad del Amor que gesta la vida, de la misma manera que
existe una capacidad de amar en nuestro interior, que nos lleva a la
perpetuación de la especie. Asimismo, existe un Osiris que rige la Voluntad,
como también hay en el hombre un reflejo de ese poder o de esa fuerza, que le
lleva a superar las dificultades o, por poner un ejemplo más, existe un Thot,
Padre de la Sabiduría, como hay en todos nosotros, un anhelo de búsqueda de la
misma,…
3. Nada es estático,
todo está en vibración
El enigmático Heráclito lo explicó de parecida manera,
cuando indicaba que todo fluye. Así, nadie se puede bañar dos veces en el mismo
río, porque el agua ya no es la misma. En el universo todo vibra, todo se
mueve, todo marcha. Lo estático, de alguna manera, es muerte. Pensemos en las
aguas de un río, ¿cuáles son las más limpias y cristalinas? Es evidente que las
que se mueven a más velocidad, mientras que las aguas estancadas, terminan por
entrar en putrefación.
4. Todo es doble,
todo tiene dos polos, todo tiene su opuesto
Así y no de otra manera es como concibe nuestra mente la
realidad. La cultura china le llama a lo mismo: yin y yang. Los ejemplos son
numerosos y acuden rápidamente a nuestra mente: frío y calor, noche y día,
hombre y mujer,…
5. Todo es flujo y
reflujo, todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo sube y desciende,
todo se mueve como un péndulo; la cantidad de su movimiento a la derecha es la
de su movimiento a la izquierda. El ritmo es la compensación
Una vieja enseñanza, recogida en La Voz del Silencio dice:
“Antes de que el alma pueda oír, es menester que la imagen (hombre) se vuelva
tan sorda a los rugidos como a los susurros; a los bramidos de los elefantes
furiosos, como al zumbido argentino de la dorada luciérnaga”. Dicho de una
forma más simple: debemos permanecer serenos tanto ante los halagos, como ante
las críticas.
Si aplicamos la Ley de Polaridad a la enseñanza anterior,
es fácil deducir que si buscamos y anhelamos los halagos ajenos, por la misma
ley, no soportaremos las críticas. Es una ley matemática, con el mismo ángulo e
intensidad que va hacia un lado, irá hacia el otro. La finalidad es lograr que
el péndulo se pare en su eje vertical.
6. Toda causa tiene
su efecto, todo efecto tiene su causa. Todo acontece de acuerdo con la ley. El
azar no es sino el nombre dado a una ley que se desconoce
Toda la ciencia descansa sobre este principio, también
llamado de Causalidad. Llevado a nuestra propia vida, nos indica que todo lo
que hacemos, hasta el último de nuestros pensamientos, pone en marcha una
“energía o vibración”, que tarde o temprano vendrá a nuestro encuentro. Como
está escrito, somos los arquitectos de nuestro propio destino.
7. La generación
existe en todas partes. Todo tiene un principio masculino y femenino
Lo que permite el movimiento, es la diferenciación. Pongamos
algunos ejemplos evidentes: el río existe, porque hay montaña y valle; el niño,
porque hay hombre y mujer; el funcionamiento de una pila, porque hay una
diferencia de potencial entre el polo positivo y el negativo;…
Ya he escrito en alguna ocasión (Nosce te ipsum), que el camino de perfeccionamiento del hombre pasa
por el conocimiento de sí mismo; pero a esto hay que unirle también el del
mundo que nos rodea. Y ese mundo está regido por leyes que nos limitan, pero
que también nos marcan el camino a seguir. Es fundamental el conocerlas en
alguna medida, para poder armonizarnos con las mismas y caminar con seguridad,
por el no siempre fácil, camino de la vida.
Manuel Ures. Ldo. en Filosofía.
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